martes, 27 de abril de 2010

CUARTO DOMINGO DE PASCUA

Primera lectura: del libro de los Hechos de los Apóstoles 13, 14. 434-52

Segunda lectura: del Apocalipsis del apóstol san Juan 7, 9. 14-17

Lectura del santo Evangelio según san Juan 10, 27-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y él es superior a todos. El Padre y yo somos uno.

Palabra del Señor.

La era de los ruidos, de los medios de comunicación y la individualidad. Son tres de las características que han denotado este tiempo y esta era para los jóvenes y los ya no tan jóvenes. ¿Porque? algunas mujeres de casa hoy en día, no hacen el quehacer de la casa sino es con el estereo a todo volumen; los jóvenes que se jactan de traer un buen vehículo y un poderoso sonido lo demuestran por las calles, esto aunque en algunas casas se caigan los trastes que se recargan en las paredes por el ruido; los alumnos en las escuelas al enfadarlos el maestro encienden sus IPOD o celulares, los pequeños de la casa frente al televisor no ven otra cosa que violencia y muerte, los medios de comunicación que nos hacen ver el mundo más rápido y de manera violenta; los ruidos del corazón por la falta de paz en las personas ante tanto dolor humano. Señor ¿No escuchamos tu voz? ¡Habla por favor!

He tenido la experiencia de platicar con muchas personas en mi estancia aquí en Yurécuaro, y les agradezco por su confianza y la apertura de su vida a este siervo de Dios, y en un porcentaje muy alto el vacío que he notado es por esto: no escuchamos la voz de Dios y caemos en depresión, tristeza por este vacío tan grande de no vivir el amor pleno de un Dios que nos llama desde lo más profundo de su ser. Hoy más que nunca nos cuesta interiorizar nuestra persona, por miedo a la no aceptación, "la falta de estar a la moda", no tener lo que los otros tienen me acarrea desilución y desesperanza.

¡Cuánta tristeza vivimos hoy en día! No teman encontrarse con Dios, la experiencia es única, confortante y esperanzadora. Si pudiéramos tener ese reto de entrar en nosotros y encontrar el baúl de tesoro que guardamos, la vida se vería desde otra óptica más humana y moral, más humilde y sencilla.

No me cansaré de recordar que lo que hace falta a toda persona es la experiencia del ser amado, pero no desde la carne, sino de vivir en plenitud el amor de Dios que damos en pureza y recibimos ya purificado. "Yo doy mi vida por mis ovejas" este Pastor que nos conoce no necesita que nos pongamos maquillaje para estar delante Él, ni necesitas ropa de marca para que te acepte tal como eres, ni una buena loción que te haga oler a flores para que te abrace. ¡Dios te ama como eres, entiéndelo! no quiere que nada ni nadie te arrebate de su mano, porque su Padre con tanto amor nos ha dado para que nos cuide y lo sigamos solo a Él.

Pero ¿Qué hacer ante tantos retos en los jóvenes de hoy para que escuchen esta voz del Pastor? Es una misión muy grande, casi inabarcable en su extensión, pero nos falta confiar y orar ante estos retos, porque Dios sigue haciendo la obra del Reino en muchos de nuestros jóvenes que han vivido ese reto de entrar en sí, y salir con Dios de dentro de ellos y darlo a los demás. Y aunque la misión es grande, así tiene que ser nuestra fe. Pero esto debe iniciar desde las familias, los valores cristianos y morales, los valores de honestidad y claridad ante la vida. Todo esto debe darse al interior de cada familia, porque de ahí van a salir los futuros médicos que lucharán por la vida y no por el aborto; los abogados- que en la lucha por la verdad defenderán la justicia; los agricultores que continuarán sacando de las tierras el pan de cada día para las familias; los comerciantes, panaderos, enfermeras y también los sacerdotes que todos juntos en comunión queremos continuar la obra del Buen Pastor.

Debemos tener esperanza en este mundo, hasta donde sabemos no hay otro en el que la vida se dé en manera plena y llena de milagros, porque el Pastor escucha nuestra voz cuando lo llamamos, nos conoce y nos acepta con lo que somos y tenemos, y sobretodo da la vida por nosotros por el inmenso amor que nos tiene y no permitirá que nadie nos arrebate de su mano.

En este domingo del Buen Pastor guardemos silencio desde el alma, Dios tiene muchas cosas que decirnos, porque si el Padre y Jesús son uno, nosotros también formamos una sola familia en la Iglesia y nos cuida un solo Dios vivo, resucitado y verdadero.

Una pequeña anécdota para terminar: estba un joven con su maestro espiritual viviendo la virtud de la vida, el joven estaba absorto por la sabiduría de su maestro y le preguntó cómo hacer para alcanzar ese grado en su vida. El maestro contestó: con práctica y oído muchacho. A los pocos días el joven vuelve a preguntar a su maestro como lograba ese grado de sabiduría y concentración, el maestro contestó: con práctica y oído muchacho. La próxima vez con pena le vuelve a decir el joven a su maestro cómo lograba ese graado de sabiduría y concentración, y el maestro le contestó: ¿en verdad quietres saberlo? Ven mañana y te lo diré temprano.

Al día siguiente el joven antes de la hora marcada estaba listo para saber el secreto. Llegó el maestro y le dice: ven métete conmigo al lago, entraron y él sumergió la cabeza en el agua, advertido por el maestro que cuando terminara el aire le avisara para dejarlo salir. Al minuto el muchacho empezó a faltar el aire e hizo una seña para que lo soltara, pero el maestro no lo hizo, hasta unos segundos más tarde. Al sacar su cabeza, el maestro le preguntó al joven: ¿cómo te sentiste?, el joven contestó: me hizo falta el aire para vivir. El maestro le dice al muchacho: así como te hizo falta el aire para vivir, a mí me hace falta la oración
Dios te bendiga. Con afecto: Pbro. Carlos Barajas Baeza.

martes, 13 de abril de 2010

SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA

Primera lectura: del libro de los Hechos de los Apóstoles 5, 12-16
Segunda lectura: del libro del Apocalipsis del Apóstol San Juan 1, 9-11. 12-13. 17-19
Del Santo Evangelio según San Juan 20, 19-31
Al anochecer del día de la Resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.
De nuevo les dijo: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo". Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban al Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedará sin perdonar". Tomás uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré".
Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Luego le dijo a Tomás: "Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree". Tomás le respondió: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús añadió: "Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto".
Otras muchas señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritas en este libro. Se escribieron éstas para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.
Palabra del Señor.
Paz a todos ustedes que siguen con fe y detenimiento las señales de Jesús Nuestro Señor en su vida. Porque el Señor sigue realizando grandes obras en nuestro mundo y en especial para aquellos que hemos aprendido a tomar la vida desde la óptica divina del Dios que nos ama. Y hoy en la Palabra de este domingo no es la excepción, Jesús está vivo y se hace presente a la comunidad de los discípulos reunida en oración y en su nombre; hoy tenemos que aprender demasiado de este Evangelio dominical, desde la comunidad, desde la fe y sobretodo de la vida que Dios nos da con amor cada día.
Se me viene a la cabeza esta imagen de los discípulos reunidos con temor a ser encarcelados por los mismos judíos que quitaron la vida a Jesús; las puertas cerradas, el miedo, las tinieblas que los cubren por la desconfianza. Y me pregunto: ¿Dónde quedó su fe y esperanza en Jesús? Y la respuesta a esta pregunta el mismo Jesús la tiene: "La paz esté con ustedes". Y tan claro queda este saludo que en tres ocasiones lo repite en el Evangelio; este saludo hizo que el semblante de los discípulos cambiara y que su tristeza se convirtiera en gozo y alegría.
¿No creen que esto mismo le hace falta a nuestra Iglesia Católica? Muchos hermanos nuestros viven con las puertas cerradas de su alma y de su fe para la acción de Jesús en su vida; en otros, la indiferencia de la semana santa sigue siendo mayor, para muchos lo mismo vale si Jesús murió o resucitó por amor a nosotros; en otros, la fe en la Iglesia Católica se va apagando y disipando por los terribles casos de pedofilia en algunos sacerdotes de Europa y de Estados Unidos; en otros, la intriga y un odio desmesurado a la Iglesia por parte de algunas sectas cristianas, hacen que los fieles de la Iglesia duden y cambien su fe por un sentimentalismo fidesiaco en alguna secta.
¡Cuantos problemas no creen! Qué grande es la misión que Jesús les dejó a los apóstoles y a la misma Iglesia, para que dejemos de cerrar las puertas de nuestra fe y dejemos que la figura del resucitado brille en nuestros corazones. Hermanos es el tiempo de la Iglesia, no sólo del Papa, de los Obispos o los Sacerdotes, SINO DE TODOS. Jesús murió y resucitó por y para todos, por eso la misión es de todos y para todos. Esta es la imagen que todos necesitamos ver en nuestra Iglesia, la de los alegres que viven el Evangelio de la paz y la transmiten con su testimonio; la Iglesia de los jóvenes que no ven ella el aburrimiento o lo pereza, sino la entrega constante a Jesús y el proyecto de vida por conocerlo cada día más; la Iglesia que ve en las familias la esperanza de los grandes valores como el amor, la paz, la vida y su integridad; La Iglesia que ve en cada uno de sus miembros un conocimiento profundo de Jesús, de sus Sacramentos y del tesoro de fe que guarda.
Estos días, los medios de comunicación con su enorme influencia han talado, destruído e incluso confundirnos con sus notas periodísticas. Esto nos hace tomar la actitud de Tomás: "si no veo en sus manos......" el resto ya lo conocemos; pero para que no quede duda de la persistencia de Jesús a los ocho días después de la Resurrección, es decir, el domingo vuelve a aparecerse a sus discípulos, pero se percata de que Tomás esté presente. "La paz esté con ustedes" y se dirige a Tomás el incrédulo: "aquí estan mis manos......" La fe se ha convertido para algunos de nosotros en un domingo como estos para Tomás, si no veo no creo. Pensamos que Jesús es objeto de experimento como una célula o un microorganismo, y NO; Jesús es signo para que vivamos la experiencia que él nos ha llamado a participar de su Reino, en su Iglesia y esto nos anime a decir: ¡Señor mío y Dios mío!. Porque dichosos somos aún más los sin meter el dedo en su costado creemos en lo que nos dice y pide vivir para estar con Él en su Reino.
Esta es la experiencia del domingo de Resurrección, porque fue un domingo el día que nos reunimos una parte de la Iglesia Católica de Yurécuaro a vivir esta experiencia pascual con el resucitado. El Papa bueno y ya santo León XIII dijo una vez cuando llamó a reformar la Iglesia en el Concilio Vaticano II: Abran las puertas de la Iglesia, necesitamos el viento de cambio, que sea nuevo y donde cada Cristo simbolizado en el prójimo viva con amor su fe". Abre las puertas de tu vida, de tu fe y de tu corazón. No le tengas miedo a Jesús, él solamente te pide hacer todo por tu fe para que crezca, nunca te manda a caminos oscuros y sinuosos, sino que te acompaña y entra a tu vida deseándote esto: "La paz esté contigo". ¿Eres su discípulo no? Animo dice Jesús que Yo he vencido el mundo, y ahora también venció la muerte para abrirnos paso al Reino de los cielos.
Otras muchas señales milagrosas hizo Jesús ante sus discípulos dice el Evangelio, no se escribieron pero el Señor sigue trabajando: sanando al enfermo, animando las familias, llamando a algunos jóvenes para ser fieles discípulos del Señor, y claro llamándote a tí cada domingo para desearte con amor el saludo de la paz y recibiéndolo a Él en la comunión eucarística. Me despido en esta ocasión con esta oración, espero sea de tu agrado y de reflexión pascual:
CON MI IGLESIA CREO EN TÍ SEÑOR.Abriré las puertas, cuando me llamen a tiempos y a deshorasy, aun con incertidumbres o dudas,proclamaré que estás vivo y operanteQue, en mis miedos y temores,me das la valentía de un leónpara hacer frente a mis adversarios.¡CON MI IGLESIA, CREO EN TI, SEÑOR!Ven, Señor, y como a Tomás muéstrame tu costadono para que crea más o menossino para sentir un poco el calor de tu regazo.Ven, Señor, y como a Tomás, enséñame tus piesno porque desee verlos taladradossino porque, al contemplarlos,conoceré el precio que se pagaa los que desean andar por tus caminosVen, Señor, y como a Tomás, dame tus manosno para advertir los agujeros que los clavos dejaronsino para, juntando las mías sobre las tuyas,comprender que he de ayudar al que está abatidoanimar al que se encuentra desconsoladoo servir con generosidad,a todo hombre que ande necesitado¡CON MI IGLESIA, CREO EN TI, SEÑOR!Porque, sé que, los Apóstolesdébiles y santos, con virtudes y defectos,nos han dejado esta Iglesia que es Madre y siervaSanta y pecadora, grande y pequeña,Rica y pobre, pero esplendorosapor la alegría de tu Pascua Resucitadora¡ALELUYA, CREO CON TU IGLESIA, EN TI SEÑOR!Con afecto y mi oración: Pbro. Carlos Eduardo Barajas. (Parroquia de Cristo Rey).

sábado, 20 de marzo de 2010

QUINTO DOMINGO DE CUARESMA

Primera lectura: del profeta Isaías 43, 16-21
Segunda lectura: de la carta del apóstol san Pablo a los filipenses 3, 7-14
Del santo Evangelio según san Juan 8, 1-11
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos y al amanecer se presentó de nuevo en el templo, donde la multitud se le acercaba; y Él, sentado entre ellos, les enseñaba. Entonces los escribas y los fariseos le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola frente a él, le dijeron: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flegrante adulterio. Moisés nos manda en la ley apedrear a estas mujures. ¿Tú que dices?"
Le preguntaban esto para ponerle una trampa y poder acusarlo. Pero Jesús se agachó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Pero como insistían en su pregunta, se incorporó y les dijo: "Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra". Se volvió a agachar y siguió escribiendo en el suelo.
Al oír aquellas palabras, los acusadores comenzaron a escabullirse uno tras otro, empezando por los más viejos, hasta que dejaron solos a Jesús y a la mujer, que estaba de pie, junto a él. Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: "Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?" Ella le contestó: "Nadie Señor". Y Jesús le dijo: "Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar".
Palabra del Señor.
Nuevamente en total sintonía con aquella impresionante parábola del Hijo Pródigo que, el domingo pasado contemplábamos, nos damos cuenta de la infinita misericordia de Dios para con sus hijos porque ¿cuándo entenderemos que el Señor tiene corazón de padre, con manos que acogen y ojos con los que siempre mira con amor?
La semana próxima estaremos iniciando con los días santos, y Jesús Hombre y Dios nos va mostrando con mayor claridad el auténtico rostro del Padre que aborrece el pecado, pero que ama y busca al pecador. Para Dios poco le interesa la vida pasada de aquella mujer de la que nos habla el Evangelio, el momento presente es lo más esencial. Muchas veces he reflexionado en este pasaje bíblico en los kerigmas que ofrecemos, como preparación espiritual a los papás y padrinos de los niños que harán su primera comunión en alguna fiesta patronal ya sea de la parroquia o capellanía.
La mujer en tiempos de Jesús era tenida como un cero a la izquierda, sin ningún valor moral, espiritual o físico. A Jesús le traen a esta mujer para ponerlo a prueba y poder tener argumentos sólidos para arrestarlo o condenarlo, sorprendida en adulterio, "la ley de Moisés dice que hay que apedrearla". Me pregunto ¿y el hombre con el que fue encontrada en este pecado de adulterio, dónde está? ¿cuál es su castigo? ¿acaso esta ley no afecta a los varones?. Como sea Jesús bajó su mirada en actitud de humildad y empezó a escribir en el suelo, no sabemos que escribió pero pudo haber sido un espacio, para penetrar el corazón egoísta y soberbio de aquellos hombres que tratan de quitar la poca dignidad que le queda a esta mujer.
"Aquel que esté libre de pecado, que tire la primer piedra". Como estaría el tumulto de aquella gente que sólo se quedó Jesús con la mujer, y es aquí donde resuenan en mi interior aquellas palabras de Jesús que no ha venido a abolir la ley, sino que ha venido a dar plenitud. Que nos falta a nosotros como Iglesia: tenemos los diez mandamientos que rigen nuestra conducta, que nos limitan a no perder la vida de gracia. ¿Será que la plenitud de la ley no la conocemos? Y es que esta plenitud de la ley radica en el amor a Dios que se refleja y se vive con tu prójimo, este único mandamiento nos da Jesús antes de morir para tener vida en Él. Tal parece que pocos lo vivimos, porque nos preocupamos por conocer mas la vida del vecino, que conocer más a Dios y respetar a tu mismo vecino; nos damos a la tarea de destruir la dignidad de una persona, que integrarla a la sociedad y hacerla valiosa para la misma; en el matrimonio, sea el hombre o la mujer, se busca más el amor fuera de casa que tratar de buscarlo y alimentarlo con quien Dios te dio para compartirlo; y en el sacerdocio, hemos buscado el amor y el servicio fuera de Jesús, que viviendo la vocación a la que nos llamó en un inicio.
¿Qué nos falta par vivir la misericordia de Dios en nuestra vida? La única clave que podemos leer en el Evangelio está en labios de Jesús: "Yo tampoco te condeno, vete y ya no vuelvas a pecar". Que nunca se nos olvide que no somos jueces para juzgar o criticar a nuestro hermano, Dios nos ha dado la posibilidad de crecer juntos, de vivir en comunión y no destruirnos. Nuestra sociedad poco a poco se va fragmentando y esto conlleva que unos tiremos de la cuerda para un extremo y otros para el otro extremo; de aquí vienen las descalificaciones entre nosotros, y en ocasiones ha tocado, que un hermano nuestro tome el lugar de esta mujer y nosotros ser aquellos jueces faltos de misericordia.
Si el domingo pasado el hijo pródigo reflexionó que había pecado y se levantó para ir con su padre, ahora Jesús ayuda a levantar a esta mujer y la perdona. Tenemos que levantarnos sí y hay que hacerlo, pero mas importante es que, nosotros como Cristo ayudemos a que otros se levanten y se sientan dignos y amados, participemos de ese amor y esa misericordia divina y dejemos que este Dios se glorifique en nosotros por nuestro testimonio de vida.
Recuerdo una historia sobre un penitente que se fue a confesar con un sacerdote acerca de una difamación, el sacerdote le dejó de penitencia que le llevara una gallina blanca. Extrañado por esto, no dudo en traerla además necesitaba pagar su falta. El sacerdote le dice: ve por las calles del pueblo y desplúmala poco a poco, así lo hizo y cuando volvió al confesionario, de nuevo el sacerdote le dijo: te falta lo más importante, regresa por las calles y guarda en una bolsa todas las plumas que arrancaste de la gallina y traémelas. ¡Eso es imposible! dijo el penitente. ¿Imposible? tan imposible y difícil como recuperar la fama de aquella persona a la que tú has hecho tanto daño por la difamación.
La Cuaresma es el tiempo oportuno de reflexión sobre nuestras ausencias de amor, ojalá que nos renovemos como buenos cristianos y busquemos la compasión y comprensión. Que la ya próxima semana santa, renovemos nuestra fe y amor en Jesús que en el testamento de la Eucaristía nos atrae a Él.
AYÚDAME A MIRAR COMO TÚ SEÑORA no dejarme llevarme llevar por mis juicios,interesados, duros y excesivamente crueles.A no observar, los aspectos negativos, sino la bondad y lo noble de los que me rodean.AYÚDAME A MIRAR COMO TÚ SEÑORA no conspirar ni levantar falsosen las ruinas sufrientes de tantos hermanosa no señalar los defectos e historias pasadasque sólo sirven para causar daño o sensación.AYÚDAME A MIRAR COMO TÚ SEÑORA ser prudente, como Tú lo fuistecon aquella mujer, que adulteraba en su vida,pero que comenzó otra vida nuevaante tu forma de perdonarle y amarle. Amén.
Dios te bendiga y arriba con esos propósitos de cuaresma. Con afecto:
Pbro. Carlos Eduardo Barajas Baeza. (Parroquia de Cristo Rey).

domingo, 14 de marzo de 2010

DOMINGO CUARTO DE CUARESMA

Primera lectura: del libro de Josué 5, 9. 10-12

Segunda lectura: de la segunda Carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5, 17-21

Del Santo Evangelio según san Lucas 15, 1-3. 11-32

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para escucharlo. Por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: "Este recibe a los pecadores y come con ellos". Jesús les dijo entonces esta parábola: "Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos le dijo a su padre: Padre dame la parte de la herencia que me toca. Y él les repartió los bienes.

No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país lejano y allá derrochó su fortuna, viviendo de una manera disoluta. Después de malgastarlo todo, sobrevino en aquella región una gran hambre y él empezó a padecer necesidad. Entonces fue a pedirle trabajo a un habitante de aquel país, el cual lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tenía ganas de hartarse con las bellotas que comían los cerdos, pero no lo dejaban que se las comiera.

Se puso entoces a reflexionar y se dijo: ¡cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo, recíbeme como a uno de tus trabajadores.

Enseguida se puso en camino a casa de su padre. Estaba todavía lejos, cuando su padre lo vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y hechándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos. El muchacho le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Pero el padre les dijo a sus criados: ¡Pronto!, traigan la túnica más rica y vístansela; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado. Y empezó el banquete.

El hijo mayor estaba todavía en el campo y al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y los cantos. Entonces llamó a unos de sus criados y le preguntó qué pasaba. Este le contestó: Tú hermano ha regresado y tu padre mandó matar el becerro gordo, por haberlo recobrado sano y salvo. El hermano mayor se enojó y no quería entrar.

Salió entonces el padre y le rogó que entrara; pero él replicó: ¡Hace tanto tiempo que te sirvo, sin desobedecer jamás una orden tuya, y tú no me has dado nunca ni un cabrito para comérmelo con mis amigos! Pero eso sí, viene ese hijo tuyo, que despilfarró tus bienes con malas mujeres, y tú mandas matar el becerro gordo. El padre repuso: Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado".

Palabra del Señor.

La liturgia de nuestra Madre la Iglesia nos va haciendo recordar las diversas etapas de la Historia de la salvación, la historia de los amores de Dios para con su pueblo. Quiere así despertarnos del sueño de nuestro vivir rutinario, quiere actualizar en nosotros esos acontecimientos que nos pertenecen en cierto modo, que son como el pasado de nuestra misma historia, el pasado que prepara el futuro de nuestro presente de hoy.
Se acerca la Pascua, la que realmente nos libra de la más terrible esclavitud, la del pecado. Ante esa liberación que ya estamos pregustando, ha de nacer en nuestro corazón un canto de gratitud, un deseo de pagar con amor tanto amor como Dios nos da.
Que rápido va pasando la cuaresma, y espero que así de rápido vaya siendo nuestra conversión a Dios. Este domingo por así llamarlo de lujo, la liturgia de la palabra nos pone en tono del alejamiento y del regreso a la casa paterna. ¡Cuantas veces no hemos oído este Evangelio tan hermoso de la parábola del Hijo pródigo! Seguramente muchas veces nos hemos visto enrolados con alguno de estos personajes. Y es que es tanta la lata que los fariseos y escribas le dan a Jesús por comer con pecadores, que les da este remedio para que puedan darse cuenta de la misión que trajo Jesús al mundo: de llamar a los pecadores y buscar su conversión.

No es ajena la realidad que Jesús vivió en su tiempo con la realidad del nuestro, en el nuestro habemos todavía quienes le pedimos todo a Dios y nos alejamos de Él, ese hijo menor que busca los mejores placeres de esta vida porque "disque no hay otra, por eso los aprovecho". La verdad es que estamos tan errados de la fe, que esto nos ha llevado a ensuciarnos de las heces de los puercos, del materialismo y del hedonismo; a la vez hemos luchado por tener de todo, y queda un vacío que no lo llenarás; y cuando miras tus manos experimentas que no hay nada, que la hes de puerco apesta y no lo soportas, además de que ese vacío lo único que lo llenará será el amor de ese padre que todos los días te espera con los brazos abiertos y dispuestos a perdonar.

Y qué decir del hijo mayor: siempre en el campo, cumpliendo y a la vez reprimido porque no ha tenido ni un cabrito para compartir con los amigos. A lo mejor la experiencia del hijo mayor la tenemos en el orgullo: yo esto, yo hago, yo digo, yo, yo,. Un egocentrismo en el que ni Dios puede hacer su trabajo en nosotros, porque no admitimos errores ni que Dios te abrace porque también abraza a los pecadores.

¡Pobre padre no creen! Para dónde hacerme te haz de preguntar. La respuesta es a ningún lado, todos hemos pasado por esto mismo; a veces en tu vida te ha tocado ser el hijo menor que se pierde y se ensucia, y a la vez el hijo mayor que mira y se enorgullece por su vida "buena". Pero, nunca hemos dado el paso de transformarnos en el padre, donde Dios cada día esta en el horizonte mirando cuando regresas, pero cuando lo haces se enternece profundamente, a Él no le importa si hueles mal o como te presentas, corre a abrazarte sin prejuicios y te viste de gala con túnicas, anillos porque la fiesta la hace en tu honor porque: estabas muerto en el pecado y has vuelto a la vida, estabas perdido y Él te ha encontrado.

Henri Nouwen escritor católico tiene un libro "El regreso del hijo pródigo", donde muestra a Dios como padre y madre, y en donde nos da la pauta para esa transformación en ser padres, él escribe: "Jesús describe la misericordia de Dios, no sólo para mostrarme lo que siente por mí, sino para invitarme a ser como Dios en el perdón y para que sea tan misericordioso con los demás como lo es Él conmigo".

Tenemos a un Dios muy paciente la verdad, no sé cuanto nos haga falta reflexionar para levantarnos y decirle a Dios que hemos pecado contra Él y contra el cielo, de lo que sí estoy seguro, es de que seguimos siendo sus hijos y muy amados. Amados con un amor que nos tiene que hacer sentir seguros de nosotros mismos, porque somos hijos y qué ganas tiene Dios de hacer una fiesta porque estas vivo, porque te ama y te perdona.

Me despido con una brave historia: Una mañana un hombre se dirigía al trabajo en un coche recién estrenado cuando fue golpeado levemente en la defensa por otro automóvil. Los dos vehículos se detuvieron y el chico que conducía el otro coche bajó para ver los daños. El hombre estaba asustado, reconocía que la culpa había sido de él. Le daba terror tener que contarle a su padre lo que le había sucedido, sabiendo que sólo hacía dos días que su padre lo había comprado. El otro chico se mostró muy comprensivo tras intercambiar los datos relativos a las licencias y el número de matrícula de ambos vehículos. Cuando el hombre abrió la guantera para sacar los documentos se encontró con un sobre con una nota de puño y letra de su padre, que decía: "hijo, en caso de accidente, recuerda que a quien quiero es a ti, no al coche". Al escuchar este relato pienso: si esto lo hacen los padres y los amigos, cuánto más Dios que es Padre misericordioso. Pienso además, que Dios nos da siempre una nueva oportunidad. No quiero ser sólo el que recibe compasión, quiero ser el que la ofrece. Intentemos ser como el Padre. Ánimo con tus propósitos, Dios te bendiga.

Con afecto y oración Pbro. Carlos Eduardo Barajas Baeza.

domingo, 7 de marzo de 2010

DOMINGO III DE CUARESMA

Primera lectura: Éxodo 3, 1-8. 13-15
Segunda lectura: de la Primera Carta del apóstol san Pablo a los Corintios 10, 1-6. 10-12

Del Santo Evangelio según san Lucas: 13, 1-9

En aquel tiempo, algunos hombres fueron a ver a Jesús y le contaron que Pilato había mandado matar a unos galileos, mientras estaban ofreciendo sus sacrificios. Jesús les hizo este comentario: "¿Piensan ustedes que aquellos galileos, porque les sucedió esto, eran más pecadores que todos los galileos? Ciertamente que no; y si ustedes no se arrepienten, perecerán de manera semejante. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿piensan acaso que eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? Ciertamente que no; y si ustedes no se arrepienten, perecerán de manera semejante".

Entonces les dijo esta parábola: "Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo; fue a buscar higos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: mira durante tres años seguidos he venido a buscar higos en esta higuera y no los he encontrado. Córtala. ¿Para que ocupa la tierra inútilmente?" El viñador le contestó: Señor déjala todavía este año; voy a aflojar la tierra alrededor y a hecharle abono, para ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortaré.

Palabra del Señor.

Estamos gracias a Dios en el tercer domingo de Cuaresma, tiempo de gracia, de conversión, de ayuno y oración. Espero que tus propósitos sigan adelante y que los estés logrando con la ayuda de Dios. Y una vez más durante esta Cuaresma seguimos hablando de conversión, porque la Palabra de Dios así nos la propone. Tanto así, que en el Evangelio aparece dos veces: "sino se convierten..." en un tono demasiado serio para hacernos caer en la cuenta de lo importante que es vivir en actitud de conversión, de querer cambiar el corazón todos los días de nuestra vida. Esto a pesar de lo "buena personas que somos" siempre hay algo que mejorar.

Este domingo con Dios debemos reflexionar arduamente sobre lo importante que es convertirme a Dios, para los Judíos del tiempo de Jesús, se creía que las enfermedades físicas, posesiones o malformaciones venían por el pecado cometido de forma personal o de sus antepasados. De aquí que nuestra reflexión en el Evangelio, gire sobre estos judíos que van con Jesús a contar lo sucedido con aquellos galileos, asesinados por Pilato por ofrecer sacrificios a su dios.

Sin querer Jesús y su sabiduría divina comienza a decirles que no fue porque hayan sido más pecadores que otros, sino que hay otros más pecadores entre los mismos galileos; pero si no se convierten, perecerán de igual manera.

Me cuesta trabajo aceptar las palabras de Jesús, no porque no tengan verdad, sino que traspasan la misma verdad. Porque cuantas veces no hemos tenido este pensamiento judío del pecado o del castigo divino a una persona. Si aparece una enfermedad en familia: que pecado cometimos o porqué este castigo de Dios; si la muerte toca a tu puerta: porque él o ella y no yo, porque Dios me castiga; si nos pasa un accidente en familia, porque Dios lo permitió. ¿Pobre Dios no lo creen así? Tanto nos hemos esmerado en buscar un culpable para todo, que cuando no lo vemos el único por naturaleza es Dios.

La primera lectura del éxodo hoy ilumina nuestra vida de fe, Yavé-el Yo Soy como se presenta a Moisés desde la zarza ardiendo, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob vé la injusticia, la opresión y el sufrimiento de su pueblo Israel y se decide a liberarlos para no verlos sufrir en manos extranjeras. Y este Dios, representado en la persona divina de Jesús también mira a los hijos de esta que es su Iglesia que sufre, llora y desespera. A veces hemos tenido la experiencia del dolor y de un Dios distante y ajeno a nuestro sufrimiento, síntomas claros de la ausencia de la fe en nuestra vida y nuestra persona. Esto lo vemos reflejado en la parábola de la higuera plantada en el medio del viñedo, el dueño va a exigir con justicia los frutos que después de tres años de estar en el viñedo ya tiene que dar.

No se me olvida la pregunta que te hice hace una semana: ¿cuántas cuaresmas has vivido, y cuáles son tus frutos? Seguramente que ya llevamos más de tres, fíjate en tus manos y analiza que le vas a presentar a Dios el día que te llame; no tengas miedo, nunca es tarde para dar fruto, tenemos a un Dios paciente, que nos ama y entiende. A veces se necesita aflojar la tierra y regar la vida para dar fruto. Pues así es Dios, porque nos ha dado una vida hermosa para crecer y creer; para amarlo y dejarnos amar por Él.

No puedo decir que nadie ocupa un lugar en la vida inútilmente, incluso las personas indiscapacitadas porque las creemos inútiles, pero luchan más que nosotros por salir adelante; creo más bien, que no hemos descubierto la misión tan maravillosa a la que Dios nos ha llamado, iniciando claro con la conversión, alimentando y regando la fe que nuestros padres con tanto amor nos han dado y que Dios nos pide cosechar en la vida eterna.

En este tiempo de dudas, miedos, inseguridades de nuestro mundo pero en especial de nuestro pueblo Yurécuaro, te invito a hacerte esta pregunta: ¿Dónde hemos puesto a Dios? ¿qué frutos te faltan cosechar para tu conversión? Dios no está lejos, la realidad es que lo hemos mandado muy lejos por nuestros egoísmos y ambiciones.

Necesidad de conversión, ni en Haití o en Chile con las catástrofes de los temblores, eran más pecadores que nosotros, han muerto miles de personas y hermanos en la fe. Te invito para que hagamos oración por todos ellos, a ellos les tocó hoy, mañana no sabremos a quién pero la única seguridad que tengamos sea a Nuestro Señor Jesús que sigue aflojando nuestra tierra y regando esta fe, que aunque pequeña, por nuestra conversión puede ser tan grande como el grano de mostaza.

¿QUÉ FRUTOS, SEÑOR?
Me pides confianza y, por lo que sea,
prefiero mirar hacia atrás
que saborear y soñar con lo que en Ti me espera
Deseas el fruto de mi constancia y, a la menor,
me dejo enredar por los hilos de la pereza,
la tibieza o las dudas, la fragilidad o la torpeza.
Sueñas con un futuro bueno para mí,
y me encuentras soñando con otras cosas
con otras realidades que no son las tuyas
con una tierra muy distinta a la que Tú me ofreces.
Estoy en la higuera, pero la higuera de mi vida,
no siempre fructifica en lo santo, noble y bueno.
Miras a las ramas de mis días
y, lejos de comprobar cómo despuntan sus yemas
me limito a vivir bajo mínimos,
a dar aquello que me conviene y no me molesta
a fructificar, poco o nada, si no es beneficio propio.
Dios te bendiga cuenta con mi oración y afecto: Pbro Carlos Eduardo Barajas Baeza. (Parroquia de Cristo Rey)

domingo, 28 de febrero de 2010

Primera lectura: del libro del Génesis 15, 5-12. 17-18

Del Santo Evangelio según san Lucas: 9, 28-36

En aquel tiempo, Jesús se hizo acompañar de Pedro, Santiago y Juan, y subió a un monte para hacer oración. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se hicieron blancas y relampagueantes. De pronto aparecieron conversando con Él dos personajes rodeados de esplendor: eran Moisés y Elías. Y hablaban de la muerte que le esperaba en Jerusalén.

Pedro y sus compañeros estaban rendidos de sueño; pero, despertándose, vieron la gloria de Jesús y de los que estaban con Él. Cuando éstos se retiraban, Pedro le dijo a Jesús: "Maestro, sería bueno que nos quedáramos aquí y que hiciéramos tres chozas: una para tí, una para Moisés y otra para Elías", sin saber lo que decía. No había terminado de hablar, cuando se formó una nube que los cubrió; y ellos, al verse envueltos por la nube, se llenaron de miedo. De la nube salió una voz que decía: "Este es mi hijo, mi escogido; escúchenlo". Cuando cesó la voz, se quedó Jesús solo.

Los discípulos guardaron silencio y por entonces no dijeron a nadie nada de lo que habían visto.
Palabra del Señor.

Es ya el segundo domingo del tiempo de Cuaresma, espero que los propósitos que te hayas fijado los estés realizando con ánimo y sobretodo con la fe puesta en nuestro Señor Jesucristo. El Evangelio de este domingo, nos ubica en el monte Tabor, un lugar muy alto donde el silencio se vive de manera impresionante, ante el panorama de las llanuras de Galilea y con las aguas tibias y azules del mar de Tiberíades, es comprensible que el Señor Jesús subiera allí para orar. Junto a Él van tres íntimos amigos y apóstoles: Pedro, Santiago y Juan que de igual manera le acompañarán cuando llegue la hora de angustia en Getsemaní. Así, vemos como los que participaron de su dolor, participan también de su gloria.

En el monte Tabor tiene lugar la Transfiguración del Señor o teofanía, que representa algunos de los elementos que evocan la experiencia con Dios en el éxodo o liberación del pueblo elegido por Yavé como: la montaña- es el lugar donde Dios se revela (Sinaí); la nube-representa la presencia de Dios con su pueblo para guiarlo y acompañarlo; Moisés- la mediación de la ley; Elías- los profetas que buscan la conversión del pueblo elegido por Dios; la voz que sale de la nube- la Revelación y declaración plena de Jesús como Hijo Amado a quien debemos seguir y sobretodo escuchar.

Meditando esta escena llena de gloria, me viene a la mente la experiencia que he escuchado de algunas personas cuando se creyeron muertas, ven ese túnel luminoso y unido a ello esa paz y tranquilidad que da ese lugar. Tú también creo has escuchado de esto, uno no quisiera regresar por la plenitud de Dios que se vive. Bueno así pensó Pedro al ver esta escena teofánica: "Señor quieres que hagamos tres chozas..." que fácil es ver la vida desde este ángulo de gloria, estar en la gloria sin tener que pasar por la pasión y muerte en cruz en el calvario. La decisión de Jesús fue la correcta, se necesita bajar del monte para hacer realidad y concreta la vida de fe. Y esto es la Cuaresma: estar en el monte en actitud de oración y de encuentro con Jesús y bajar del monte para que la cruz de nuestra vida se transforme en oración.

Mucha gente ha decidido bajar del monte para enfrentar con fe la cruz de su vida, me refiero a los enfermos, los desvalidos, las personas discapacitadas, la gente que vive en soledad, y otros muchos mas. Esto es lo que nos falta a nosotros de ser conscientes, porque ante el dolor ajeno o de la misma familia se ha sufrido con el suplicio de la enfermedad que ha terminado o carcomido a nuestros seres queridos- esto es un infierno porque se duda, se maldice e incluso nos hacemos indiferentes con Dios porque no hizo caso a nuestro grito de auxilio.

La palabra de esperanza para tí que haz vivido o sufres una situación difícil en tu vida, te la quiero dar desde el Evangelio de este domingo, porque Jesús se decidió a bajar de la gloria aún cuando Moisés y Elías conversaban con Él de la muerte que le esperaba en Jerusalén. Se decidió a bajar y esto tuvo su fruto y su recompensa: tu salvación. ¿Te haz puesto a pensar si Jesús decidiera quedarse en el monte que sería de nuestra redención en la cruz? ¿qué pasaría en nuestra Iglesia si no tuviéramos este testimonio de Jesús que nos conforta ante la enfermedad o el mal? ¿qué pasaría con nuestra vida de pecado si Jesús no decidiera subir a la cruz?

Esta Cuaresma la tenemos que vivir desde esta gran esperanza que se llama salvación, por eso tiene sentido que cuando la enfermedad, la muerte o el mal toca nuestra puerta no te preguntes porque a mí, sino que viendo a Jesús glorioso y resucitado bajemos del monte en silencio como los discípulos, pero llenos de fe como Abraham que creyó en el Señor y fue dichoso. El silencio con el que bajemos nos ayude a dar testimonio del Señor Jesús, y que lo hagamos desde lo más profundo de nuestro corazón.

"Este es mi Hijo muy amado, escúchenlo", aunque veas a Jesús como un siervo humillado, maltratado, crucificado como un maldito, rechazado y sufriente Dios su Padre te dice: ¡ESTE ES MI HIJO, ESCUCHALO!. Que nuestra Cuaresma sea un continuo mirar a Cristo, Él es nuestro verdadero Tabor; en Él brilla toda la gloria de Dios. En Él Dios y el hombre se encuentran, se escuchan, se aman.

Nuestro Tabor es la Eucaristía porque en ella está Cristo revelando su verdadero rostro vivo y resucitado a nosotros (con las huellas en sus manos y pies de los clavos). La Eucaristía es el lugar de encuentro con los hermanos y especialmente con los que sufren, con los que les damos un último adiós y también con los hermanos que están tirados al borde del camino. No pasemos de largo y hagamos de esta mesa, la mesa y el Tabor de todas las personas.

Nos unimos a todos aquellos que han decidido bajar del monte con fe, que han aceptado la enfermedad y la prueba difícil de la muerte con esperanza. Nuestra unidad con aquellos que nos cuesta aceptar la enfermedad y la prueba. Sólo me queda decir algo: ya no es un túnel de luz lo que queremos ver al morir, Señor que seas Tú la luz y esa paz que dé a nuestro corazón en la prueba valentía, y que el Tabor de nuestra vida de verdad lo vivamos con esperanza y contigo en la Eucaristía, y en el Reino que nos has prometido en la eternidad cuando pronuncies nuestros nombres al llamarnos.

Comparto con ustedes esta breve oración:

TRANSFIGURAME, SEÑOR
Con tu gracia, para entender tu muerte
Con tu poder, para contemplar tu rostro
Con tu majestad, para adorarte como Rey
Sí, Señor; transfigúrame con tu presencia
porque, en muchas ocasiones,
temo sólo verte como hombre y no como Dios
Si, Señor; transfigúrame con tu mirada
porque, en el duro camino, tengo miedo a perderte
a no distinguirte en las colinas donde no alcanza mi vista
Si, Señor; transfigúrame con tu amor
y, entonces, comprenda lo mucho que me quieres:
que me amas, hasta el extremo
que me amas, hasta dar tu vida por mi
que me amas, porque no quieres perderme
que me amas, porque Dios, es la fuente de tanto amor
Si, Señor; transfigúrame con tu fuerza
porque me siento débil en la lucha
porque prefiero el dulce llano
a la cuesta que acaba la cumbre de tu gloria
Porque, siendo tu amigo como soy
no siempre descubro la gloria que Tú escondes.
Transfigúrame, Señor.
Para que, mi vida como la tuya,
sea un destello que desciende desde el mismo cielo.
Destello con sabor a Dios
Destello con sabor al inmenso amor que Dios me tiene.
Amén.
Con afecto y oración Pbro. Carlos Eduardo Barajas Baeza.

domingo, 21 de febrero de 2010

LECTURAS DEL DOMINGO 21 DE FEBRERO DE 2010

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA

Primera lectura: del libro del Deuteronomio 26, 4-10
Segunda lectura: de la Carta del apóstol San Pablo a los romanos 10, 8-13

Del santo Evangelio según san Lucas (4, 1-13)

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó del Jordán y conducido por el mismo Espíritu, se internó en el desierto, donde permaneció cuarenta días y fue tentado por el demonio. No comió nada en aquellos días, y cuando se completaron sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: "Si eres Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan". Jesús le contestó: "está escrito: no solo de pan vive el hombre".

Después lo llevó el diablo a un monte elevado y en un instante le hizo ver todos los reinos de la tierra y le dijo: "a mí me ha sido entregado todo el poder y la gloria de estos reinos, y yo los doy a quien quiero. Todo esto será tuyo, si te arrodillas y me adoras". Jesús le respondió: "también está escrito: adorarás al Señor, tu Dios, y a Él solo servirás".

Entonces lo llevó a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: "si eres el Hijo de Dios, arrójate desde aquí, porque está escrito: los ángeles del Señor tienen órdenes de cuidarte y de sostenerte en sus manos, para que tus pies no tropiecen con las piedras". Pero Jesús le respondió: "también está escrito: No tentarás al Señor tu Dios". Concluidas las tentaciones, el diablo se retiró de él, hasta que llegará la hora. Palabra del Señor

Iniciamos los Católicos un tiempo importante para nuestra vida de fe, la Cuaresma. Iniciamos con la impocisión de la ceniza, donde millares de fieles se acercan a la Iglesia para prepararse a este tiempo tan especial de gracia. En sí, la Cuaresma representan los cuarenta días que Jesús lleno del Espíritu Santo permaneció en el desierto, donde fue tentado en tres ocasiones por el demonio; pero también representan ese ambiente de quietud, soledad, oración, arrepentimiento, ayuno y de encuentro consigo mismo como Salvador y con su Padre Dios para comenzar la predicación de la Buena Nueva del Reino de los cielos.

La Cuaresma es acompañar a Jesucristo en su muerte y Resurrección, al igual nosotros, debemos reflexionar sobre nuestra vida en el pecado, en la frialdad de la fe y así, renacer como hombres nuevos en la noche santa del sábado de Gloria donde Jesús vence la muerte con su Resurrección. Este tiempo de Cuaresma busca en el hombre la conversión, que se lleva acabo cada día en los cambios de actitudes, de rechazo al pecado y de testimonio en su vida de fe.

Esta ocasión quiero hacerte una pregunta: ¿cuántas cuaresmas haz vivido? ¿en cuántas de ellas, haz descubierto la compañía de Jesús que te invita a convertirte cada día? Estas preguntas son esenciales, poque creo que Jesús nos dice que ya es hora de cambiar, es la hora de que el Reino de los cielos que con tanta fe nos vino a confiar se vaya realizando. No te ha pasado que algunas cuaresmas las hemos usado-únicamente para dejar de beber alcohol, no tomar coca cola, no fumar, etc. Sólo hemos tenido signos externos de privaciones que en ocasiones bien llevadas acabo hay buenos resultados, pero ¿que bien le hemos hecho al alma, al espíritu? A los fariseos les gustaba que los vieran ayunar o hacer oración, pero su alma estaba errada del verdadero sentido de la fe en Dios. Es momento dice Jesús, de que haya arrepentimiento de nuestros pecados porque el Reino está cerca.

La experiencia personal de estos dos años y medio que tengo prestando mis servicios como sacerdote en Yurécuaro, he visto la expresión de muchos de ustedes a una verdadera conversión y acercamiento a Dios. La Iglesia en estos días de Cuaresma se ve más llena de fieles en la Eucaristía, las confesiones aumentan y los propósitos se ven realizados en cada persona.

Pero para Dios no basta solamente algunos de entre nosotros, pues para Él todos importamos y valemos igual. Por eso, en esta ocasión en que ya estamos en la Cuaresma, es hora de confrontar nuestra vida con la de Dios porque el estar en la vida, nos recuerda que también tenemos tentaciones como Jesús, y crean hoy en día con más fuerza. Porque las tres tentaciones que nos narra el Evangelio son las que están a la base de nuestra vida.

Tentación de poder: la historia del hombre se ha demostrado ha sido de poder, en las guerras, la política, la religión, cada uno ha tratado de estar encima del otro. Los medios de comunicación han tenido en parte la culpa, por proyectar una felicidad ilusoria al describir un gran poder al interior de cada hombre. Pero la persona de Jesús nos enseña una verdadera virtud de como afrontar el poder: ejercido con amor y por amor a los demás evitando los falsos halagos.

Tentación de materialismo: tan presente en todos los días de nuestra vida, el hedonismo y el consumismo al igual influenciado por los medios de comunicación con el el slogan: "entre mas tengas, más feliz eres". Es difícil entender que lo material es necesario como medio de vida, y nunca como un fin. Jesús el domingo pasado nos decía que dichosos eran los pobres, porque de ellos es el Reino de los cielos. La finalidad de Jesús era de que nosotros pudiéramos dejar la esclavitud de lo material, y optáramos por el Ser más que por el tener-por la gracia más que por el pecado.

Tentación de manipular la fe: es muy común entre nosotros, cuando hemos querido hacer a Dios a nuestra manera, lo que me conviene y lo que ayuda a mi persona, termina no en lo que Dios me pide vivir sino en lo que desee que Dios me dijera. Jesús nunca vino a abolir la fe de los judíos, vino a darle plenitud a través del amor. Nosotros como Iglesia debemos darle plenitud a la Palabra que nos trae Jesús, pero a través del testimonio de fe que nos ayude a vivir nuestra catolicidad como signo de comunión, paz y de amor.

Nunca es demasiado tarde para vivir la conversión, porque durante todo el año la Iglesia como Madre y Maestra nos está ofreciendo los medios necesarios para llevarla acabo. No dejemos que esta Cuaresma termine solamente en privarte de tomar o comer cosas; ¿has pensado en lo que tu familia y tus seres queridos te necesitan? lo que tus hijos necesitan que les aconsejes, lo que tu enfermo necesita de paciencia en tí y lo que Jesús espera de tí para que este Reino se haga cada vez más creíble en nuestro mundo. La Cuaresma como signo de conversión nos pide vivirla en el ayuno, la oración y la intimidad profunda con Cristo. Esperemos que estos cuarenta días que viviremos acompañando a Jesús en su preparación a la Pascua, podamos descubrirlo vivo y resucitado en medio de su Iglesia.

La invitación que les hago en este tiempo de gracia es a orar por la paz en nuestro México, especialmente pidámosla para nuestra comunidad de Yurécuaro para que Dios nos ayude a conseguirla y vivirla con más fe.

Con afecto Padre Carlos Barajas Baeza.

lunes, 15 de febrero de 2010

LECTURAS DEL DOMINGO 14 DE FEBRERO DE 2010

PRIMERA LECTURA: DEL PROFETA JEREMÍAS (17, 5-8)
SEGUNDA LECTURA: DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS (15,12. 16-20)

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS (6, 17. 20-26)

En aquel tiempo, Jesús descendió del monte con sus discípulos y sus apóstoles y se detuvo en un llano. Allí se encontraba mucha gente, que había venido tanto de Judea y de Jerusalén, como de la costa de Tiro y de Sidón. Mirando entonces a sus discípulos les dijo:

"Dichosos ustedes los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios"
"Dichosos ustedes los que ahora tienen hambre, porque serán saciados".
"Dichosos ustedes los que lloran ahora, porque al fin reirán".

Dichosos serán ustedes cuando los hombres los aborrezcan y los expulsen entre ellos, y cuando los insulten y maldigan por causa del Hijo del Hombre. Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo. Pues así trataron sus padres a los profetas.

Pero, ¡ay de ustedes, los ricos, porque ya tienen ahora su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que se hartan ahora, porque después tendrán hambre!
¡Ay de ustedes, los que ríen ahora, porque llorarán de pena!
¡Ay de ustedes, cuando todo el mundo los alabe, porque de ese modo trataron sus padres a los falsos profetas!"

PALABRA DEL SEÑOR.

Este domingo el Evangelio de Lucas nos pone en tono con las bienaventuranzas, donde las tres primeras nos hablan de los pobres, los hambrientos y los que lloran. Luego la última nos habla de una situación de persecución a todos aquellos que siguen a Jesús y su Evangelio. Este pasaje termina además con los "ayes" dirigidos a ricos, los saciados, los que ríen y a los que de todo el mundo habla bien; las bienaventuranzas nos hablan de que las cosas pueden y tienen que ser de otra manera, porque Dios quiere que así sean, distintas a como son.

Y que tristeza que esta situación siga imperando en nuestro mundo, no te vayas tan lejos, simplemente hace falta que gires un poco tu cabeza, para ver que pobres hay y bastantes. La ONU publicó hace poco, un estimado de mil millones de pobres en el mundo, es decir, una de cada seis personas en el mundo no tiene para comer lo básico, y si lo hace es sólo con una comida al día. Tantas injusticias, desigualdades, envidias y resentimientos nos trae al ver que nuestro gobierno no se pueda poner de acuerdo en temas tan esenciales e importantes para la vida social, económica y democrática de nuestro México. Mas y mas impuestos es lo único que se han resuelto, ¿y los pobres? ¿y los hambrientos? La situación se pone difícil incluso para nosotros, tanto así que las lágrimas nos han ganado y corren por nuestras mejillas. La desesperación y la depresión han salido a quitar el sol de nuestro día.

Pero ¡Ay de los ricos, de los que se hartan, de los que buscan reconocimientos! De los que no hacemos nada y olvidamos calmar el hambre de nuestro hermano, como el rico Epulón con el pobre Lázaro. Aquellos que soñamos ampliar mas nuestro granero y nuestros campos sin pensar, que un día hemos de rendir cuentas a Dios de la administración de todos esos bienes que nos fueron confiados para satisfacer no solo nuestro provecho, sino el de los demás.

Pero no hay que desesperar porque Jesús los ha llamado también "dichosos", porque obtendrán como premio el Reino de los
cielos, donde su hambre y su sed se saciará por completo; donde la felicidad plena está ya no en ver que vamos a comer, sino a quien estamos alabando; donde el fruto de la entrega y el compromiso de seguir a Jesús se ve saciado, a pesar de los insultos y críticas que tuvimos en vida. ¡Alégrate y llénate de gozo por seguir a Jesús!

La actitud para vivir este domingo en la Palabra de Dios es: CONFIANZA. Una confianza que implique además de abandonarnos en Él, plantearnos y fijarnos metas, donde a Dios lo sentimos cercano a nuestra vida, a nuestra realidad. Por eso las bienaventuranzas traen este mensaje de fe ante los problemas y las carencias porque, "la confianza en Dios es la mayor prueba que le podemos dar de que somos sus hijos".

Vamos a confiar en este Dios que desde el silencio de su eternidad nos llama dichosos, donde el testimonio de tanta gente humilde y pobre es feliz por tener a Dios como su Providencia; donde Dios descubre el corazón de aquellos que tienen mas y lo comparten con los que menos tienen; donde los que lloran son confortados por el abrazo amigo y la mano cálida de un hermano que lo acompaña; y donde Jesús que vino al mundo con tanta humildad, sencillez y pobreza supo confiar en el amor infinito de Dios su Padre, y Él se lo confió a sus discípulos para que ahora nosotros iluminados por su Palabra seamos llamados bienaventurados por proclamarlo a pesar de la crítica, la persecución y la burla.

Aprende a confiar, no dudes de Jesús. Las bienaventuranzas y las lecturas de este domingo nos tienen que ayudar a confiar, porque:

¿confías en Dios? no pongas tu centro en el dinero;
¿confías en Dios? no te preocupes por poseer todo lo que aspiras para tu "felicidad", un día en el abrazo saciativo de Dios entenderás muchas cosas;
¿confías en Dios? no olvides las lágrimas y sé solidario, puedes hacer mucho por tus hermanos que más sufren;
¿confías en Dios? da razón de tu esperanza, no te avergüences de ser católico;
¿confías en Dios? a Jesús lo insultaron y lo colgaron de la cruz por amor a nosotros, da testimonio de tu fe;
¿confías en Dios? no busques que te alaben, al contrario, seamos sencillos y humildes porque nuestra recompensa está en el cielo.

Sigamos y confiemos en Jesús y su Palabra, hay cosas en el Evangelio que nos seducen pero otras que no nos gustan; otras que nos dan esperanza y reconfortan y otras que nos producen deserción e incomodidad. Pidamos a Jesús que nuestra confianza esté siempre en Él, que nos dé las fuerzas para perseverar y alcanzar esa riqueza de contemplarlo un día cara a cara. Que la Cuaresma que iniciamos el próximo miércoles con la imposición de la ceniza, nos ayude a poner en el corazón de nuestra vida a este Cristo que se fía de nosotros y camina con nosotros para salvarnos. ¿Confiamos en Él? ¡vayamos con Él!

Esta vez quiero terminar con una oración de confianza que ojalá nos ayude a resumir este domingo el mensaje del Señor:

MI CONFIANZA ERES TÚ, SEÑOR
Frente a la riqueza que todo lo invade
dame tu pobreza que todo lo enriquece;
frente a los manjares que el mundo me ofrece,
dame el hambre de Tí para no perderte.
Antes que la alegría en sonrisas fingidas,
da a mis ojos lágrimas y penas con los que lloran;
antes que cobardía frente a los que me insultan,
dame valentía y perseverancia en tu camino.
Antes que deseos de poder y de aparecer en todo,
dame humildad y saber para siempre estar a tu lado;
antes que vanidad o ansias de aplausos;
dame la satisfacción de ser tu amigo.
Qué mi confianza, Señor, seas Tú.
Qué mi riqueza, Señor, seas Tú.
Qué mi alimento, Señor, seas Tú.
Qué mi alegría, Señor, seas Tú.
Qué mi fortaleza, Señor seas Tú.
Qué mi horizonte, Señor, ahora y para siempre seas Tú.
Dios te bendiga y confía en Dios. Con afecto, Padre Carlos Eduardo Barajas Baeza.

lunes, 1 de febrero de 2010

Primera lectura: Del Libro del Profeta Jeremías 1, 4-5. 17-19

Primera lectura: Del Libro del Profeta Jeremías 1, 4-5. 17-19Segunda lectura: De la Primera Carta del apóstol san Pablo los Corintios 12, 31-13, 13
Del santo Evangelio según san Lucas 4, 21-30.
En aquel tiempo, despúes de que Jesús leyó en la sinagoga un pasaje del libro de Isaías, dijo: "Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que ustedes acaban de oir". Todos le daban su aprobación y admiraban la sabiduría de las palabras que salían de sus labios, y se preguntaban: ¿No es éste el hijo de José? Jesús les dijo: seguramente me dirán aquel refrán: "Médico, cúrate a tí mismo y haz aquí, en tu propia tierra, todos esos prodigios que hemos oído que has hecho hecho en Cafarnaúm". Y añadió: "Yo les aseguró que nadie es profeta en su tierra" Había ciertamente en Israel muchas viudas en los tiempos de Elías, cuando faltó la lluvia durante tres años y medio, y hubo un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda que vivía en Sarepta, ciudad de Sidón. Había muchos leprosos en Israel, en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, que era de Siria. Al oír todo esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira, y levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hasta un barranco del monte, sobre el que estaba construida la ciudad, para despeñarlo. Pero él, pasando por en medio de ellos, se alejó de ahí. Palabra del Señor.
Los saludo con alegría, es para mí un gusto poder compartir con ustedes, lectores un poco de la fe que aunque sencilla, Dios me ha permitido sembrar a lo largo de la vida. Las lecturas de este domingo cuarto del tiempo ordinario, iluminan nuestra vida de fe. Este domingo vemos a un Jesús en la sinagoga, donde la gente aprueba y admira la sabiduría que sale de sus labios, pero entre esta gente hay también quien lo conoce desde su niñez, adolescencia y juventud. ¿no es éste el hijo de José? La sabiduría de Jesús para todo tiene una respuesta: nadie es profeta en su tierra. En ocasiones, esto es lo que ha truncado nuestros ideales personales y familiares e incluso de Iglesia; cuando alguien dice o hace algo y la persona te parece agradable aunque diga o haga un disparate nos parece bueno, pero cuando una persona que se te pone entre ceja y ceja, aunque te diga una verdad, te parece difícil avalar sus palabras.
Quién dijo que la vida era fácil? qué vivir la fe era sólo leer citas bíblicas y aprenderlas de memoria! Déjame decirte que el proceso de fe es personal, porque cada persona ha hecho un concepto distinto de su vida, sólo tu sabes lo que tu corazón ha sufrido o sufre para superar la depresión, la muerte de un ser querido, el rechazo de las personas, etc. Es Jesús quien nos da el ejemplo de lo que debemos hacer: ante todo amar y estar seguro de quién eres y lo que puedes hacer. Todos somos profetas por el Bautismo, y que mejor que lo hagamos en nuestra tierra, en tu hogar con la familia, con tus padres e hijos, vecinos y comunidad. Pero vamos a lo extraordinario, por ejemplo con quien no nos hablamos de tiempo o con quien se nos dificulta la relación, aquí es donde la virtud de tu persona crece y se humaniza.
Cuando aprendemos en verdad a hacer comunidad, la fe pasa de lo personal a lo comunitario=comunión. Porque para esto Jesús vino al mundo, para decirte que el amor a Dios y al prójimo es la base de nuestra fe en la Iglesia, y en donde la vida por más dura que parezca se hace más llevadera cuando la compartimos y la sanamos, especialmente en la Eucaristía con Jesucristo los domingos. Porque sólo la experiencia de este amor divino que se humaniza en nosotros nos hace vivir en comunión, ser más seguros en nosotros mismos, agradecidos, sencillos y humildes; la lectura a los Corintios de este domingo nos describe el himno del amor-que todo lo puede por ser comprensivo, servicial y no tener envidia. No te prejuicies de las personas, analiza, ama y sana tu vida, para que puedas hacer comunión, sé un buen profeta y que tu único aval sea: el amor a Dios y tu testimonio personal de fe. No dejemos que Jesús se aleje de nosotros como lo hizo en el Evangelio, al contrario, pídamos que se quede con nosotros, que ilumine nuesta vida de Iglesia y su apostolado. Qué Dios te bendiga! Con afecto Pbro. Carlos Eduardo Barajas Baeza.