miércoles, 19 de octubre de 2011

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 22, 34-40

Compartiendo nuestra fe.
Primera lectura: Lectura del libro del Éxodo (22, 21-27)
Segunda Lectura: De la primera Carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1, 5c-10)
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 22, 34-40
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba: Maestro: ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? Él les dijo: «Amarás al Señor tu Dios como todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser». Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los Profetas. Palabra de Dios.
Comentario a la Palabra: los días pasan rápidamente, es otra semana en la que nos volvemos a saludar para compartir esta fe, que en el amor de Dios estamos llamados a vivir como hermanos. El centro de la predicación de Jesús este domingo es el amor, y nace de la pregunta hecha por la envidia de fariseos y saduceos, la semana pasada era el César y ahora un mandamiento ¿cuál es el principal en la ley de Dios? Pienso que esta respuesta no es difícil para Jesús, porque la ley está en su corazón, la respuesta es hermosa, profunda y de gran significado: Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, tu alma y tu ser. Me atrevo a decir que no difícil para Jesús porque Él es el amor, Dios es amor. Y no solamente esto, sino que Él vivió en plenitud el amor del Padre, por eso era libre, se sentía seguro de lo que hacía y decía a las multitudes, en pocas palabras les compartía esta experiencia del amor que le tenía su Padre, por eso lo seguían día y noche, sus palabras llenaban de sentido su vida, sanaban su corazón desgarrado por las injusticias y sobre todo porque Él sanaba el ser de quien tocaba.
Hermanos: ¿qué pasa hoy en nuestros pueblos y el mundo? En estos días revisando el internet veía imágenes fuertes de una pequeña de 2 ó 3 años atropellada en una ciudad de China, lo vergonzoso es que pasaron a su lado personas mayores y nadie la levantó, hasta que una mujer tuvo compasión de ella. China, la potencia que quiere acabar con el imperio Yanqui de Estados Unidos y su economía, una sociedad desgarrada y pensando solo en lo económico y el bienestar material destruyendo la dignidad de la persona en estos hechos. El amor que se tiene ahora al dinero, con las grandes potencias en crisis ha defraudado al hombre y escuchamos noticias de levantamientos y desmanes en las ciudades por la falta de trabajo, empleo y salario. Nuestro México y Yurécuaro temerosos por la inseguridad y la credibilidad de los políticos.
Con sus problemas personales no quiero causarles un dolor de cabeza con estas realidades, el Evangelio del domingo es muy esperanzador, porque nuestras sociedades han querido encontrar el amor en las cosas materiales y confiar en las estructuras humanas, hermanos nuestra opción debe ser la experiencia de Jesús, la experiencia del amor de Dios que se viva y refleje con nuestro prójimo. El Papa en su visita a su tierra natal Alemania, desde el inicio afirmó a que debería su visita: él dijo “no vengo a hablar de economía y política, vengo a hablar de Dios, porque donde está Dios hay esperanza”. Que palabras tan sabias de nuestro Papa, donde está Dios hay esperanza, y muy ciertas: porque hay esperanza en las familias que dejan que Dios armonice con su testimonio sus vidas, orando y conviviendo fraternalmente para crear amor, fe, unidad y fidelidad en las mismas; hay amor y esperanza en las comunidades que crecen desde la fe en la oración y la Eucaristía de cada domingo y se dejan guiar por la Palabra de Cristo y su vivencia en la Iglesia parroquial; hay amor y esperanza en los centros educativos, donde se vive la búsqueda de la superación en los estudios, pero también desde la verdad que se encuentra en Dios y que nos llama a encontrarla.
Hermanos, vivir la experiencia del amor de Dios nos hace darnos cuenta de la mirada tierna, compasiva de Dios que pone su ley en nuestro corazón, nuestra mente y nuestro ser. Esta experiencia de amor a Dios es primordial y la debemos vivir en comunidad, con nuestros hermanos, especialmente con aquellos con quienes tenemos más dificultad. Estamos orando por la paz, y ustedes en Yurécuaro lo han hecho con el Rosario, las Misas, les quiero compartir esto: si en realidad queremos paz, iniciemos por el amor. Que fácil o difícil, depende de cuánto nos dejemos amar por Dios y lo compartamos con el que está más cercano a mí.
Me despido, no sin antes recordarles que cuentan con mi oración y la de quienes estamos lejos de nuestra patria tan amada. Dios les bendiga!!!
Señor Jesús, Tú eres nuestra paz,
mira nuestra patria dañada por la violencia,
dispersa por el miedo y la inseguridad.
Consuela el dolor de quienes sufren,
da acierto a las decisiones de quienes nos gobiernan.
Toca el corazón de quienes olvidan que somos hermanos
Y provocan sufrimiento y muerte.
Dales el don de la conversión, protege a las familias,
a nuestros niños, adolescentes y jóvenes.
A nuestros pueblos y comunidades, que como discípulos misioneros tuyos
ciudadanos responsables, sepamos ser promotores de justicia y paz.
Para que en ti, nuestro pueblo (Yurécuaro) tenga vida digna. Amén
Con afecto, cariño y mucho amor: Carlos Barajas, (Roma Italia).

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