miércoles, 12 de octubre de 2011

Del Santo Evangelio según san Mateo (22, 15-21)

En aquel tiempo, se reunieron los fariseos para ver la manera de hacer caer a Jesús, con preguntas insidiosas, en algo de que pudieran acusarlo. Le enviaron, pues, a algunos de sus secuaces, junto con algunos del partido de Herodes, para que le dijeran: “Maestro, sabemos que eres sincero y enseñas con verdad el camino de Dios, y que nada te arredra, porque no buscas el favor de nadie. Dinos pues, que piensas: ¿Es lícito o no pagar el tributo al César?”
Conociendo Jesús la malicia de sus intenciones les contestó: “Hipócritas, ¿Por qué tratan de sorprenderme? Enséñenme la moneda del tributo”. Ellos le presentaron una moneda. Jesús le preguntó: ¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Le respondieron: del César. Y Jesús concluyó: den pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Palabra del Señor.
El pasado miércoles 12 de octubre, celebramos la inauguración del nuevo curso escolar 2011-2012 en la Universidad Pontificia Salesiana, lo hicimos con la Eucaristía donde el Evangelio que se proclamó fue el de la promesa del Espíritu Santo. Participamos laicos, religiosas y sacerdotes estudiantes y maestros, fue una Eucaristía inolvidable. Les comparto esta noticia no solo por el hecho de informar, sino también para compartirles mi alegría al iniciar otro año de estudio.
Y verdaderamente, puedo decir que el Espíritu del Señor me iluminó para compartir con ustedes algunas palabras referentes al Evangelio de este domingo. Me asombra la maldad de los herodianos y fariseos para poner a prueba a Jesús, porque inician alabándolo: “Maestro, sabemos que eres sincero y enseñas con verdad el camino de Dios… en verdad es una afirmación verdadera esta con la que inician, porque Jesús desde el inicio de su ministerio habla del Reino de los cielos con la verdad, la sinceridad y el deseo de que todos sus oyentes tomen ese camino al Reino como un anticipo de la vida eterna para conocer el amor infinito del padre. Si me preguntan que veía Jesús en el corazón de los herodianos y fariseos para resistirse a este mensaje, yo puedo responder: falta de fe y ansias de poder.
Me llama la atención como cada día se va perdiendo la fe en el mundo, en las comunidades y en la misma Iglesia, la fe que era concebida como aquella confianza en Dios y una respuesta del hombre al proyecto del Reino se va diluyendo. Hemos aprendido a confiar en las cosas materiales, ahora vivir bien y en paz es signo de comodidad y bienestar personal, lo que nos hace olvidarnos del otro y del Otro que es Dios; somos adoradores de césares que son signos de poder y de vacío existencial ofreciendo a la sociedad sexo, placer y gozo; hasta cierto punto, México se ha convertido en una síntesis de una gran cantidad de ofertas espirituales que buscan hacerme sentir bien y desahogarme sin importar que le pasa al de al lado.
“A Dios lo que es de Dios”, que caro hemos pagado con darle a Dios solo sobras e indiferencia social y personal, un ejemplo claro es la ausencia total de Dios en nuestra sociedad, que es víctima de la violencia, la inseguridad y la falta de confianza en quienes están al frente representándonos. Hermanos hemos olvidado que al hombre se le dio la tierra para que la cuide y la trabaje, no para destruirla y con ello nosotros mismos destruirnos. ¿Dónde está Dios en este momento de tu vida? Si falta paz en nuestra sociedad, ¿qué haces para alimentarla desde nuestro hogar en la convivencia fraterna y familiar?
Ante estas preguntas como sacerdote he aprendido a ver el mundo con esperanza, es muy difícil lo sé, han de pensar porque no estoy en Yurécuaro o en México, pero no puede haber otra actitud de frente a los problemas que padecemos, el llamado de Jesús a vivir el reino es continuo y latente, pero me encuentro con que es más fácil vivir así como somos, sin ningún cambio personal. Hermanos tenemos un compromiso con el mundo, la sociedad y mi prójimo, que importante es colaborar y hacer que desde la política se vivan valores como la justicia y el bien común, que desde nuestra responsabilidad como ciudadanos optemos por quien nos representará en el gobierno. Pero que importante más aún cuando nos dejamos llevar por aquel Jesús que sabemoes es justo y nos habla con la verdad para encontrar el camino a Dios.
Hay mucho por decir ya hacer, pero lo próximo, es unirme a ustedes en oración por la paz, sepan que los 124 sacerdotes que habitamos el Colegio mexicano pedimos por todos ustedes, NO ESTÁN SOLOS, Dios está con ustedes y cuenten con nuestra oración. Dios les bendiga y les pague con creces lo que hacen por construir los caminos de Dios en la paz, la justicia y el amor. (Carlos E. Barajas Baeza, Roma Italia).
Los invito a hacer esta oración tomada del documento: “Que en Cristo nuestra paz, México tenga vida digna”.
Señor Jesús, Tú eres nuestra paz,
mira nuestra patria dañada por la violencia,
dispersa por el miedo y la inseguridad.
Consuela el dolor de quienes sufren,
da acierto a las decisiones de quienes nos gobiernan.
Toca el corazón de quienes olvidan que somos hermanos
Y provocan sufrimiento y muerte.
Dales el don de la conversión, protege a las familias,
a nuestros niños, adolescentes y jóvenes.
A nuestros pueblos y comunidades, que como discípulos misioneros tuyos
ciudadanos responsables, sepamos ser promotores de justicia y paz.
Para que en ti, nuestro pueblo (Yurécuaro) tenga vida digna. Amén.

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